Unidos Por Medio Oriente

El lugar del Amado

Sé que muchos van a entender cuando hablamos sobre los sueños y anhelos que Dios ha puesto en nuestra vida. Buscamos la mejor manera de prepararnos para cuando llegue “el gran día de…” y con gran anhelo esperamos el momento que se cumpla “tal o cual” promesa.

Sin embargo, me di cuenta que en mi vida había estado poniendo estos deseos y sueños de mi corazón por encima del deseo de Cristo. Había estado invirtiendo mi tiempo, esfuerzo y pensamientos en torno a estos sueños increíbles. No son deseos malos ni egoístas, incluso tienen que ver con Cristo y Su iglesia, pero… ¿hasta qué punto debo “invertir” para cumplir estos sueños? ¿Qué tanto de mi corazón debe ser entregado?

Y una importante pregunta que retumba en mi interior: Si estos sueños no se cumplen, ¿seguirá Cristo siendo suficiente en mi vida?

Sí, predicar el Evangelio es increíble. Las misiones en las naciones menos alcanzadas son necesarias. El discipulado y la enseñanza de la Palabra son cosas que fundamentan la iglesia y que debemos seguir practicando y esforzándonos en ello. Pero, ¿anhelamos más todo eso que de lo que deseamos tener a Cristo mismo? ¿Experimentar la presencia de Dios es suficiente para saber que nuestra vida tiene un propósito?

En Marcos 3:14 vemos como Jesús primero escogió a sus discípulos para que estuvieran con Él y después los envió a predicar. Cristo primero nos llama a estar con Él y después a servirlo.

Creo completamente que debemos seguir buscando alcanzar generaciones a través del evangelismo, las misiones, la música y demás… pero el problema comienza cuando pasamos más tiempo buscando cómo hacer estas cosas que buscando conocer más a Dios.

Cuando estos deseos y anhelos se vuelven tan serios y fuertes en nuestra vida que ocupan en nuestro corazón el lugar que solo le pertenece a Cristo, se transforman en idolatría.

Es mi clamor que Cristo sea tu sueño más alto y tu más grande anhelo, más que cualquier otro. Que estar con Él y conocerlo íntimamente sea tu motivación diaria. Quiero que sepas que si en 5 o 10 años lo “único” que has alcanzado en tu vida es haber conocido más a Cristo, has alcanzado algo invaluable e incorruptible.

Debemos seguir buscando servir al Señor y alcanzando a los perdidos, pero nunca permitamos que estas cosas tomen el lugar que solo le pertenece a nuestro Amado Rey Jesús.

Escrito por: Dania Sabrina

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