Hay días que la obra en Medio Oriente parece imposible, pensamos en los pocos que somos y en tantos millones de musulmanes que aún no han podido escuchar el evangelio… y sí, nos sentimos desbordados. Pero entonces recordamos que nunca debemos mirarnos a nosotros mismos porque nos desanimaremos y tiraremos la toalla.
La obra es de Cristo y nosotros debemos depender totalmente de Él. No mirando nuestras debilidades sino confiando en su poder. No mirando aquello que no está sucediendo sino aquello que Dios sí está haciendo. Recordamos las palabras de Jesús diciéndonos «Para el hombre esto es imposible pero para Dios no hay nada imposible.»
Traemos nuestros esfuerzos frágiles y débiles, los ponemos en las manos de Jesús, y confiamos que Él obrará mucho más abundantemente. Le damos lo que tenemos, los peces que parecen insuficientes para alimentar a la gran multitud, los panes que nunca pensaríamos que podrían alcanzar… pero en su amor y gracia, Él multiplica lo que le entregamos.
Quizá sientes que por más que estás sirviendo y haciendo todo lo posible para extender el reino no ves ningún resultado. Te animo a poner tus ojos en Jesús y recordar que Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Él es bueno, poderoso, soberano y ama las naciones. Él está llamando obreros de todo el mundo para poner las manos en la mies y en su momento veremos una gran cosecha para Dios en Medio Oriente. Y mientras tanto, sigamos perseverando en conocerlo y en darlo a conocer, enamorándonos cada día más de Él y dejando que Su amor fluya de nuestras vidas hacia aquellos que aún no le conocen.
Mauricio Reyes